La Serrota nos observa, nos incita a ascender por sus caminos, veredas, laderas, cordales… hasta su vértice geodésico (2.294111).
Parece empeñada en mostramos su impresionante panorámica, Gredos al sur, la sierra de la Paramera muy cerca, y más allá la de Guadarrama al este, el valle de Amblés, (Ávila) y un montón de pueblos salpicando la meseta castellana.

Constituye un importante nudo hidrográfico dado que aquí nacen los ríos Adaja y Corneja, ambos en la cuenca del Duero, y el Alberche afluente del Tajo. La altitud media elevada ha favorecido la acción de los fríos cuaternarios, concretada en valles en cuna, nichos de innivación y pequeños glaciares en las vertientes de sotavento (Hoyuelas, Belesar, Hornillos … ).

La climatología presenta un marcado carácter continental y las condiciones biogeográficas son difíciles, de ahí que predominen pastizales, piornales y enebrales, sólo en las laderas más bajas y resguardadas están presentes el rebollar y el pino silvestre.

El potencial de aprovechamiento es fundamentalmente ganadero, hídrico y cinegético.
Riqueza: águila real, perdiz roja, buitre negro, liebre, tejón, gato montés, comadreja, zorro, nutria, trucha …
Podremos retroceder en el tiempo y sentimos como un peregrino de cualquiera de los pueblos de la comarca que subían a la ermita de San Martín situada en lo más alto de la Serreta en el Cerro del Santo- para celebrar allí la romería en su honor.

Dificultad: Alta
Distancia total aprox.: 7h.
Punto de partida y llegada: La Aldea-La Aldea,

El punto de inicio de este itinerario es la ermita de La Aldea o Garganta de los Hornos, atravesando el pueblo por el camino de Serrota continuaremos por la derecha en la primera bifurcación, tras 45 mino de paseo llegamos a una colada, los pastizales quedan atrás y nos encontramos con robles y pinos.
Después de girar a la derecha en el siguiente cruce, pasada una fuerte pendiente, el camino se pierde. Desde este momento y hasta «las cascadas del Corneja», nuestra referencia será una acequia o regadera que encontramos a la derecha después de cruzar una cerca de alambre de espino, la seguiremos hasta donde se junta con el arroyo Pradohoyo y la vereda gira a la derecha.

La acequia desemboca en el punto de unión de dos gargantas con el río Corneja, deberán continuar por la derecha el arroyo del Belesar-

Aquí, el río forma unas bellas cascadas que en los meses fríos el hielo esculpirá con caprichosas figuras y en el verano servirán para refrescamos del calor del camino y, tal vez, disfrutar de un baño, la primavera y el otoño nos regalarán su colorido.

Hasta este momento llevaremos 2 h. de camino. Subiremos una fuerte pendiente por la garganta que poco a poco va tomando orientación sur, nos acercará al «chozo blanco», espectacular y original refugio de pastores de piedra; dejando el chozo a nuestra espalda caminaremos con dirección N.E. siguiendo el arroyo, continuando el camino que viene del puerto de Chía ascenderemos hasta el alto del cordal que nos conducirá hasta la cota más alta de la Serreta, con su particular y rústico vértice geodésico.

Las vistas son impresionantes de SE a W el Puerto del Pico, el Torozo; al E. la sierra de la Paramera, al SE el puerto de Serranillos y el del Pico, al sur la Mira, al W. el Macizo Central de Gredos, Sierra de Bohoyo.

Los restos de la ermita de San Martín dan testimonio de su existencia, su romería se celebraba cada 11 de noviembre, festividad del santo, siendo ya el tiempo muy frío a más de 2000 m. de altura se cambió al 25 de julio.

¿Porqué fue construida a más de 2000 m. de altura y por quienes? ¿Fueron pastores los que promovieron la edificación de la humilde ermita en honor del Santo?

Los restos que hoy quedan son apenas el arranque del muro y nos revelan que la superficie era de unos 50 m2, parece que las piedras están aún presentes para que su recuerdo no se pierda, pero ante todo permanece el nombre del lugar «Cerro del Santo».
Continuando por lo alto de la cuerda con dirección Norte veremos el valle de Amblés, al Noroeste vistas de Villatoro, Amavida y Poveda.

Tras dejar atrás un enorme resalte rocoso nos acercaremos a un pequeño collado, este es el punto en el que giraremos a la izquierda por la garganta que nos llevará de vuelta.
De nuevo la arquitectura popular se hace patente en el chozo de pastores y rediles que dan fe de la riqueza ganadera de la zona.

Descenderemos por la garganta hasta las mismas cascadas que nos encontramos al subir, desde aquí siguiendo el rastro de la acequia y de nuevo al camino llegaremos de vuelta a la Aldea, donde final izará nuestra excursión.

Autores:
Miguel Ángel Vaquero
María Vaquero
Daniela González